Con la llegada de la noche en la Plaza de Quintana – una de las adyacentes a la Catedral- un juego de luces y sombras deja entrever lo que para muchos es la imagen de un peregrino con indumentaria medieval, sobrero y bordón. Alrededor de este curioso fenómeno podemos encontrar multitud de leyendas entre las que destaca la historia de amor entre un cura y una monja del Monasterio de Clausura de San Paio de Antealtares – situado en la Plaza de Quintana-. La leyenda dice que ambos se reunían cada noche en un pasadizo que unía la catedral con el monasterio hasta que la noche en la que planeaban su huida ella faltó a la cita. Desde entonces se dice que cada noche la sombra del enamorado regresa al lugar del encuentro para seguir esperando. 

En la Alameda se pueden encontrar multitud de rincones con un encanto especial, como es el caso del banco acústico. Esta construcción semicircular del siglo XIX elaborada en piedra tiene la capacidad de transmitir cualquier sonido entre dos personas sentadas a ambos lados. Se dice que por aquel entonces este banco era el punto de encuentro de muchas parejas que, esquivando las normas de la época, acudían a su cita sin acompañante. A pesar de permanecer a una distancia considerable los enamorados podían hablar entre ellos sin levantar sospechas. 

Uno de los elementos más destacados del parque de Belvís son, sin duda, sus tres laberintos idénticos. Creados a partir de setos de camelias, ocupan una superficie de 4000 metros cuadrados alcanzando una altura que ronda los 1,80 metros. Atrévete a adentrarte entre sus callejuelas y encuentra la salida mientras su frondosa vegetación te rodea. 

En la plaza de la Universidad, pleno casco histórico de Santiago de Compostela, se encuentra la Facultad de Geografía e Historia. Este imponente edificio alberga una impresionante biblioteca de inspiración monástica construida en 1924 en la que se pueden encontrar miles de volúmenes de valor incalculable. 

Hace años, en el casco histórico de Santiago entre Rúa do Vilar y Rúa Nova se podía caminar por la que se llamaba Rúa da Balconada. Según cuenta la leyenda, esta calle perdida –que actualmente se encuentra tapiada y visible solo cenitalmente a través, por ejemplo, de las cubiertas de la catedral- fue clausurada tras el asesinato de un arzobispo mientras salía en procesión el día del Corpus.  

Varios colectivos de gallegos inmigrantes promovieron en 1891 el traslado desde Iria Flavia a la iglesia de San Domingos de Bonaval de los restos de la poeta y escritora gallega Rosalía de Castro. Para esto se construyó un mausoleo situado en el Panteón de los Gallegos Ilustres en el que posteriormente se sepultaron los restos de otras figuras representativas de la cultura gallega como Ramón Cabanillas o Alfonso R. Castelao. Si quieres visitar este punto de referencia en la cultura gallega ten en cuenta que sólo es posible a través del Museo do Pobo Galego.